El otro día, hablando con uno de mis clientes con el que trabajé hace dos años, me estuvo contando los planes de crecimiento que tiene en estos momentos.

A parte de su negocio actual y para el cual nos contrató, tiene pensado crear uno nuevo.

Está planificando junto con su encargado y en sociedad con él, un nuevo modelo de negocio diferente, en esta ocasión un catering y para lo cual, se están preparando.

Pero esta situación, en la que tiene nuevos proyectos de expansión y crecimiento, junto con el que ahora es el responsable de su negocio y cuando tiene tiempo para pensar en nuevas ideas, no siempre ha sido así.

Ni mucho menos…

Cuando empezamos a colaborar, me encontré con un empresario que estaba hasta arriba de trabajo, echando horas a tope y con unos resultados que no compensaban ni con creces tanto esfuerzo.

Un empresario que creía que si no estaba en el negocio, este no iba a funcionar, porque no se hace el trabajo igual que cuando está presente.

Ahora va al local dos días a la semana.

Un empresario con miedo a subir los precios porque pensaba que iba a perder a todos los clientes, aún sabiendo que su rentabilidad estaba muy castigada.

Ahora, todo lo que vende es totalmente rentable y sí, trabajó con menos clientes, que luego recuperó, su ticket medio a subido mucho y su rentabilidad ahora, no solo merece la pena, sino que le proporciona los recursos que necesita.

Antes no acababa de confiar en su encargado, porque no conseguía imponerse a sus compañeros.

Y ahora hace planes de futuro con él e incluso se asocian para los nuevos proyectos.

Un encargado que le ayuda a consolidar el equipo, ya que también sabe cómo hacerlo y que además también disfruta de más tiempo.

Antes era un empresario con problemas de rotación de personal que le impedía formar un equipo en el que confiar mínimamente para poder delegar en ellos.

Ahora tiene un equipo mucho más estable que asume sus responsabilidades y hacen sus tareas, sin olvidarlas, por lo que se puede contar con ellos.

Un empresario que ha pasado también por todas las circunstancias adversas por las que a pasado el sector y sin embargo, ha logrado mantenerse y seguir funcionado para llegar al punto en el que se encuentra ahora.

Habiendo pagado toda la deuda que se generó en tiempos pasados.

Con un negocio que funciona como se espera, recuperando las ventas de sus mejores años y generando beneficios como para invertir en nuevas ideas de negocio, fruto de la reflexión y el estudio de mercado.

Y con tiempo para todo ello, sin sacrificar para nada a su familia o su vida personal…

El mérito de todo esto lo tiene el propio empresario.

Los logros son suyos.

En su momento, decidió pasar a la acción.

Fue consciente de que necesitaba ayuda y acudió en su busca.

Cuando la tuvo, la supo aprovechar y la implementó en su negocio.

Lo hizo de forma constante aplicando cada semana sin falta.

Venció el miedo al cambio, que siempre nos atenaza a todos y apostó por la incertidumbre, por acceder a algo mejor en lugar de quedarse como está.

Esa actitud es la que hace que unos empresarios salgan adelante con negocios de éxito y otros no…

Y yo tengo la gran satisfacción de haber participado en ello.

Te hablo de Francisco Betanzo y de su local, El Rincón de Francis.

Y por ahí, es por dónde se empieza…

Si quieres que hablemos de cómo puedes transformar tu negocio para que tu situación sea tan diferente a la actual,  ponte en contacto conmigo a través de info@jorgecruzmartin.com

Y veo si te puedo ayudar.

*Imagen cedida por Pixabay