Aprende a Delegar

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Te voy a contar algo que me pasó a mí y que veo que le pasa a muchos de mis clientes.

En su día, yo tuve el proyecto de montar un negocio propio de #hostelería.

Me había formado, había hecho prácticas, conocía el sector (aunque luego descubrí que no tanto como yo creía en ese momento) y las circunstancias eran favorables.

Conseguí montarlo, y no te lo voy a negar, los principios fueron bastante duros.

Lo hubieran sido mucho menos y con diferencia, si hubiera sabido lo que hoy sé.

Lo que le pasa a todo el mundo, ¿No?

El caso es que lo conseguí sacar adelante.

Me pasó de todo, mucho trabajo, estrés…,  de todo, pero las cifras fueron creciendo y eso me motivaba.

Pero después de tanto esfuerzo y de pensar constantemente una frase que se me quedó grabada, pues seguía presente en el local, todo el tiempo que podía.

Esa frase que dice que…. «el ojo del amo engorda el caballo».

Y al final, te conviertes en el freno que impide crecer el negocio.

Y que si fuera cierta, entonces…

¿Cómo hubiera sido posible que Amancio Ortega y otros empresarios de éxito hayan conseguido montar sus negocios, si hubieran tenido que estar presente en todos ellos?

Ahora trabajo con clientes que pasan exactamente por lo mismo.

Han conseguido con mucho esfuerzo y trabajo sacar adelante su negocio y tener cifras muy respetables.

Pero a base de estar siempre presentes en el funcionamiento del local.

Tienen en realidad un #autoempleo y no una #empresa.

Y llega un momento en que ellos mismos se convierten en lo que les impide crecer.

Si tienes hijos, esto te lo recordará mucho.

Los has criado con tu mejor criterio, son lo más importante para ti, has pasado un montón de horas en vela y los has visto crecer cogidos de tu mano.

Pero llega un momento en que son mayores y ellos mismos quieren seguir creciendo y su propio camino.

Y tú, ya no puedes estar presente en sus vidas de la misma forma, los tienes que dejar marchar y que sigan su #crecimiento por si solos.

Sí, estarás ahí para lo que necesiten, pero seguirán su camino y tomando sus decisiones.

Ufff y eso cuesta mucho encajarlo, pasar a segunda línea cuando has sido el imprescindible.

En los negocios es igual.

Llega un punto en que tu empresa necesita crecer y seguir su camino y tú tienes que estar para lo que necesite, supervisando, dirigiendo, controlando, planificando, pensando en su mejora, pero ya no puedes cubrir todas las áreas y necesidades que tiene.

Tienes que dejar de ser #imprescindible y que vaya creciendo según sus posibilidades.

Dejar que otros lleven ese crecimiento mientras tú te ocupas de otras tareas que ahora son imprescindibles para el #crecimiento del negocio.

Aprender a #delegar responsabilidades en otros que lo puedan hacer, aunque sea de forma diferente a la tuya, pero eficazmente y…

Ufff!! eso cuesta…

Y cuesta mucho.

Aprender a que no sea imprescindible tu presencia y que funcione por si solo, igual que si tú estuvieras presente.

Y eso es difícil, pero inevitable.

Aprender a que no seas tú el que frena su crecimiento, de la misma forma que si no dejas que tu hijo siga con su vida y fueras tú el que lo sigue llevando de la mano, tomando sus decisiones y acompañándolo como cuando era pequeño.

¿Te imaginas…?

No queda más remedio que aprender a no ser imprescindible en tu negocio.

Pero si lo piensas bien, supone también una enorme cantidad de posibilidades que te van a permitir crecer y mejorar tu calidad de vida.

¿Sabrás ver la parte muy positiva de este aprendizaje?

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